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-Última nota hacia

-Nunca me han gustado las palabras, y es paradójico que esto lo diga una persona que escribe, pero es así. Siempre he sido una mujer de pocas palabras. A mí me han importado mucho más los hechos desde que tengo uso de razón. Que me despierten por las mañanas con un beso en la frente, o que una simple mirada me diga todo. Que una sonrisa dependa de que yo ría y una pena dependa de mi felicidad. Que cuando esté en mis peores momentos me digan que me quieren, y cuando esté en los mejores me lo digan más aún. Que cada día sea una nueva aventura y que por mí fuese capaz de subir hasta la luna para traérmela como llavero. Que me rompa las medias en una noche de locura y al día siguiente me sorprenda con otras en la mano. Que sólo le importe lo que yo piense y no lo que digan los demás, porque el resto del mundo debería ser sordo entre nosotros (si no se escandalizarían). Que me haga enmudecer cuando estoy enfadada, y se ría de mis nervios cuando los tenga, sólo para hacer que me tranquilice. Que si lloro no me deje su hombro, que me deje sus brazos para perderme entre ellos. Que yo le importe y me lo demuestre, que no le importe y esté conmigo. Que esto es lo que yo siempre quise, hechos que me dejen sin aliento y me hagan suspirar. Que las palabras se las lleva el viento, y un te quiero sin demostración no vale nada.
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